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¿Qué es la ciudadanía transnacional?

Acercamiento teórico-conceptual de la ciudadanía transnacional

Extracto de las investigaciones doctorales: El Giro Semántico Lingüístico como propuesta para la integración de las personas en movilidad transnacional. Un estudio de la cobertura informativa del barco Aquarius en La 1 de Radiotelevisión española (RTVE).

La la ciudadanía transnacional es un comcepto introducido y detallado en la tesis doctoral: El Giro Semántico Lingüístico como propuesta para la integración de las personas en movilidad transnacional.

CIUDADANÍA TRANSNACIONAL LOUIS DANTIL

El planteamiento de la ciudadanía transnacional

Parte del planteamiento del Giro Semántico Lingüístico (Dantil, 2021) con el propósito de definir nuevas "expresiones con significados más positivos, e integradores, que supongan el reconocimiento indiscriminado de las diferencias, la diversidad, y las implicaciones de la movilidad interestatal e internacional, superando los marcos teóricos semánticamente negativos que los medios de comunicación utilizan continuamente respecto a la movilidad humana y determinados grupos de personas en movilidad" (Dantil, 2021).


La propuesta incluye los conceptos de "ciudadano/a transnacional, persona en movilidad transnacional, persona transnacional, ciudadanía transnacional o movilidad humana transnacional o simplemente persona en movilidad, así como sus recurrencias semánticas en los momentos que lo requieran" (Dantil, 2021: 7).


La introducción de estos nuevos conceptos forma parte del planteamiento del giro semántico lingüístico. Para superar los marcos teóricos semánticamente negativos que los medios de comunicación utilizan continuamente respecto a la movilidad humana y determinados grupos de personas en movilidad.


Estos conceptos promueven la revaloración de todos aquellos derechos negados a las personas que se mueven de un país a otro, por las estructuras de discriminación, exclusión y violencia cultural, estructural y directa que fomentan algunas políticas públicas de algunos países receptores de personas transnacionales.


La ciudadanía transnacional viene acompañada de una serie de consideraciones legales –que en su debido momento serán definidas y detalladas– las cuales van más allá de los límites de los países de procedencia y de destino de las personas en movilidad.


Delimitación de la ciudadanía transnacional

La ciudadanía transnacional se refiere a la condición de la persona que, por la razón que fuera y que motive su movilidad, no pierde sus derechos fundamentales y humanos, tampoco sus obligaciones y deberes frente a la nueva sociedad en la que se incorpora por su condición migratoria; ni mucho menos pierde su condición de persona humana; tampoco pierde sus antecedentes socioculturales, ancestrales y costumbres.


Teniendo en cuenta el enfoque comunitarista de integración debe garantizar un espacio de disfrute de las costumbres, raíces, creencias y singularidades culturales de cada persona o grupo de pertenencia (Madaule, 2016).


Del mismo modo implican una mayor responsabilidad tanto formal, semántica como epistemológica en el marco del derecho internacional de la migración, casi inexistente, ahora ciudadanía transnacional; en el derecho internacional público de derechos humanos e humanitario de las organizaciones internacionales como: la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Organización para la Unidad Africana (OUA), entre otros entidades y ONGs que trabajan en estos ámbitos.


Movilidad transnacional, deberes y derechos humanos...

Las personas transnacionales se movilizan con todos sus derechos –excepto aquellos que, por razones políticos, se otorgan por méritos– y sus deberes y deben ser capaces de ejercer y disfrutarlos más allá de las fronteras del país de proveniencia.


Allí donde se encuentran, deben tener las garantías para la construcción de su nueva historia y nueva vida sin que, por ninguna de sus condiciones, sean objetos de discriminación y/o violencias culturales.


Visto de esta manera, desde el giro semántico lingüístico, se considera que el derecho a la no violencia cultural debe ser considerada como uno de los nuevos derechos humanos de las personas en movilidad.


Por tanto, un aspecto del derecho internacional público y privado de la migración garantizada tanto por los diferentes organismos e instituciones internacionales como por los propios estados que se preocupan por la cohesión social de los habitantes de sus naciones.


En el otro lugar, lo transnacional se refiere a los procesos de adaptación y cambios familiares, económicos, socio-culturales, afectivos y políticos que implican desenvolverse en varios contextos nacionales e internacionales distintos.


La ciudadanía transnacional como proceso continuo de realización personal

Estas personas tienen parte de ellas en los diferentes países donde hayan estado y, por este mismo hecho, disfrutan de todos sus derechos y tienen todos los deberes que implica ser personas humanas más allá de las lógicas de origen, color, religión, nacionalidad, cultura, formas de vestir, apellidos, entre otras formas que las hacen diferentes.


Además, lo transnacional en este caso de la movilidad humana, añade nuevos ingredientes jurídicos en el derecho internacional de las migraciones que implica que dos o varios gobiernos pueden ponerse de acuerdo y negociar diplomáticamente los aspectos normativos y legales tanto en los países de procedencias como en los países de llegadas para favorecer y facilitar el bienestar de estas personas sin importar donde se encuentran.


Abordar la movilidad humana desde los países de origen y transito, tal como lo sugiere la UE, en diferentes documentos, es un elemento interesante en este aspecto ya que dicha iniciativa es fundamental en la valoración de la movilidad humana como un fenómeno transnacional.


Implicaciones legales, sociales y culturales de la ciudadanía transnacional

Lo transnacional implica lazos socioculturales y familiares que van más allá de la noción de familia tradicional como un aspecto fundamental.


Por ejemplo, soy haitiano, tengo una hija de madre española. Este hecho añade nuevos ingredientes en las relaciones sociales que, de ahí emanan.


Mi hija Chloé Dantil Andreu es española y haitiana con todos los derechos y deberes que, en ambos casos implica. Sin embargo, por el hecho de ser hija de dos sujetos con proveniencias distintas, las relaciones familiares trascienden los límites de la península y de la parte occidental de la isla y, se extienden, por tanto, a una dimensión transnacional. Es decir, más allá de los límites geográficos de un estado nación.


Los lazos afectivos y familiares se extienden más allá de estos límites. Realidades como está se ven todos los días en nuestros países. Por esto mismo, ya se está hablando de familias transnacionales (Gonzálvez Torralbo, 2016; Fernández- Hawrylak, y Heras Sevilla, 2019; Urbiola Solis, 2020).


En esta búsqueda de oportunidad, las personas en movilidad dejan una parte de sí en cada lugar donde pasan. También recojan elementos que, de una manera u otra, complementan su vida a lo largo de este pasaje.


La movilidad humana como activo y valor añadido para la sociedad

Debido a la movilidad transnacional, el mundo es cada día más mestizado y las sociedades cada día más multiculturales y heterogéneas. En otras palabras, las sociedades cambian profundamente a nivel sociocultural.


Lo que significa que los países que, en determinados momentos eran países homogéneos en términos de color de piel o raza, están sometidas a este cambio al que la sociedad misma debe afrontar, atender y adaptarse, a pesar de los desafíos que esto supone.


Esto implica un proceso de aprendizaje, pero también de desaprendizaje que requiere, a su vez un lenguaje propicio a este proceso de adaptación social. Lo más importante en este punto es el papel facilitador que los discursos mediático, político e institucional, entre otros deben desempeñar para fomentar la inclusión, cohesión e integración social de manera más estructuralmente posible.


Así pienso yo, al margen de los que piensan que la inmigración es una carga y/o un problema para las sociedades receptoras, es más bien un activo y una gran oportunidad para la formación de nuevas identidades y nuevas ciudadanías que van surgiendo desde ahí.


Si la sociedad actual es cada día más diversa, esta diversidad requiere una atención política, social, cultural, educativa, comunicativa e institucional que se adapte a ello. Por tanto, hay que repensar la cohesión social desde enfoques interculturales e integrativos dónde las diferencias no sean criterios de exclusión y de debilidad sino, la mayor fuerza para generar sinergias en la nueva sociedad.


Perder de vista esta realidad y la desatención a este hecho social evidente puede llevar a la formación de sociedades socio-estructuralmente más excluyentes y culturalmente más violentas.


Esto sucede debido al papel performativo y psicosocial del lenguaje negativo transmitido por determinados sectores tales como los medios de comunicación, partidos políticos, redes sociales, entre otras cosas.


Conclusión

Si la cohesión social depende de la profundidad de los lazos socioculturales entre las personas, también depende del nivel del sentido de pertenencia que siente cada quien a la nación que lo recibe o, al menos en cualquier país donde decide vivir, teniendo en cuenta que la movilidad humana es inherente al ser humano y, desde luego un derecho.


Dichos lazos y sentido de pertenencia son tanto más fuertes cuanto más favorables son los discursos promovidos respecto a las personas y, cuanto más se sienten partes y participes de los diferentes proyectos sociales existentes.


Para llegar a esto, los discursos mediáticos, políticos e institucionales, entre otros, deben empezar a tener en cuenta que todas las personas, tienen el justo derecho de ser visibilizado como tales, con dignidad y de una manera que no vulnere sus derechos fundamentales y humanos.


En definitiva, hay razones suficientes para fomentar un periodismo, investigaciones, acciones programas y actividades que tomen en cuenta esta realidad. Me baso en la convicción de que el lenguaje humano, en cualquiera de sus formas, es performativo y ejerce efectos psicosociales que condicionan no solamente la opinión pública, sino la realidad misma y las interacciones directas e indirectas entre las personas. En virtud de estos efectos anteriormente citados, configura las realidades sociales y culturales dependiendo del uso que se le da en contextos concretos.

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